jueves, 19 de noviembre de 2015

DOCUMENTOS AUTOBIOGRÁFICOS (II): SU USO

El material autobiográfico está compuesto por historias diversas e irregulares, que posibilitan el acceso a una totalidad social considerada en sus manifestaciones singulares. Como investigador ¿cómo construyo un corpus de autobiografía y cómo busco información en ese corpus?

Primero, el investigador debe compilar y seleccionar un corpus de autobiografías, para lo cual puede acudir a personas especializadas o conocedoras del medio. Létourneau (2007) aconseja someter la autobiografía a una contextualización, que suele implicar una crítica interna y externa del documento, pero no de manera rigurosa -en términos académicos- en la medida en que la autobiografía comunica una experiencia singular y compleja. La opción de utilizar un documento de este tipo depende del problema a investigar.

El paso siguiente es elaborar una metodología de análisis, es decir, adelantar un conjunto de procedimientos que posibiliten entrar en relación científica con el contenido de las autobiografías. Para ello, Létourneau propone cuatro pasos: 1) identificar en el corpus reunido episodios, situaciones, prácticas y reflexiones. Esto permitirá diseñar un modelo abierto para construir hipótesis, conceptos y nuevas categorías. 2) Resumir las prácticas y situaciones respetando el contexto en que fueron incluidas por el autor/a. Debe centrarse en el contenido manifiesto de la narración –lo explicito- y/o en el contenido latente, es decir, aquello que el texto dice en segundo grado, pero que resulta útil para la investigación particular. 3) desentrañar las significaciones totalizadoras que atraviesan las prácticas, vivencias y situaciones identificadas. Suele ser frecuente que el propio autor brinde estas significaciones. Y 4) evitar reducir una situación o una práctica a un caso particular, a un epifenómeno; debe considerar la complejidad de una totalidad social a partir del análisis de la especificidad de la situación.

En la medida en que la autobiografía se orienta a desentrañarar las significaciones totalizadoras de la historia personal -no a reconstituir una experiencia estandarizada- es inadecuado someter este material a procesos de cuantificación, de categorización rigurosa o de tipificación.

El paso final es la construcción de una interpretación, es la fase de libertad y de imaginación de la investigadora/or. “El actor es el punto de origen y el punto de llegada del esfuerzo de inteligencia del analista. Sin embargo, el actor individual del comienzo del estudio se transforma en actor social al final del análisis” (2007:162).

Sirva como ejemplo el caso de una investigación que indagaba sobre la razón por la cual los cultivadores de Quebec a finales de la década de 1950 no asimilaban las normas de modernidad avanzada, tal como se imponía en el seno de la sociedad. En ella, el investigador hace uso de 20 autobiografías, en una de las cuales se relata:

“Ellos querían educarnos. Querían enseñarnos cómo trabajar nuestra tierra. Recuerdo al dedillo el término que empleaban: racionalmente… querían que uno gastara, que uno comprara: máquinas, abonos, herramientas. Para producir más, según decían. Si yo hubiera comprado otro tractor, que hacía todo más rápido, mi muchacho se habría ido y no hubiera aprendido nada, pues yo hubiera podido hacer el trabajo solo. Por otro lado, eso me hubiese significado gastar más para otro tractor. Me hubiera metido en las finanzas. A mí no me gustaban los bancos. Uno pierde su independencia. Por otra parte, a mí me gusta trabajar sin afanes… con las máquinas yo me hubiera quedado con las manos vacías. Mi mujer no lo hubiera tolerado, a ella no le gusta que yo le moleste la vida, y a mí tampoco. Un tiempo para cada cosa, y cada cosa a su tiempo, como se dice. En todo caso ellos no lo lograron. Yo no lo lamento, pues me hubieran cogido por el cuello. Es verdad que no tengo gran cosa, pero todo lo que tengo me pertenece” (2007: 160).

El estudio concluye cómo esta decisión que aparece como irracional, como rechazo a la incorporación de nuevas tecnologías, responde a una racionalidad material, en torno a valores –en términos weberianos-. Lo que está en juego es la independencia del cultivador, altamente valorizada por él, la cual es innegociable. Quien tampoco está dispuesto a perder su rol de educador privilegiado que orienta el destino de su primogénito; ni a renunciar a ver su trabajo como modo de vida y vocación, pues supondría resquebrajar los lazos de solidaridad familiar. El tractor sintetiza un conjunto peculiar de relaciones sociales y una dinámica económica diferente. El cultivador comprende ésto, ve cómo la cohesión social basada en la unidad familiar es cuestionada y no está dispuesto a negociarla. Incomprensible para el tecnócrata orientado por otra cosmovisión. Como se observa, esta fuente documental lleva a la reconstrucción y reinterpretación del fenómeno.

Os invitamos a explorar estas fuentes primarias que pueden ser ricas en expresiones individuales pero sobre todo sociales.



REFERENCIAS

Joselyn Létourneau (2007) “La caja de herramientas del joven investigador”. La Carreta Editores, Medellín, Colombia.

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